Requested ficlets / Ficlets a petición
May. 15th, 2010 08:26 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Very, very late, much later than I hoped for, but here they are. I apologise for the tardiness, but RL and the Muses were both being particularly uncooperative. I hope you like them anyway! // Muy, muy tarde, mucho más tarde de lo que esperaba, pero aquí están. Siento la demora, pero la vida real y las musas han estado particularmente difíciles últimamente. ¡Espero que os gusten!
Disclaimer: this isn’t real, because I made it all up in my head, and I’m not getting any money out of it. / esto no es cierto, es fruto de imaginación, y no pretendo hacer que nadie me crea ni mucho menos me dé dinero por esto.
Para
miss_black91
Cuatro goles como cuatro soles. El vestuario es una fiesta, y Pep no termina de creérselo. Creían, confiaba, en que ganarían. Creía, confiaba, que Leo haría un gran partido, como casi siempre. Pero cuatro goles... en la Champions... en los cuartos de final...
Se siente un poco culpable de alegrarse tanto por los logros individuales de Leo como por los del equipo en colectivo. Pero no puede evitarlo cuando Leo se acerca a él, sonrojado, sonriente, con los ojos brillantes y la misma pregunta de siempre en los labios.
-¿Cómo jugé, míster?
-No tengo palabras -le dice Pep, sintiendo que es imposible no ser sincero con este chico-. Increíble, tal vez. Mágico.
Leo baja la vista al suelo, pero Pep sabe que está sonriendo, puede sentir esa sonrisa como la luz del sol sobre su piel un día de verano. Alarga una mano para posarla sobre el hombro de su jugador estrella, y Leo se pliega hacia él, hundiendo la cara en su cuello, abrazándolo con fuerza por la cintura, tan feliz que a Pep le parece que su propia felicidad no es nada en comparación.
-Lo hice por vos -escucha que Leo susurra contra la piel de su cuello, su aliento quemándolo como el fuego-. Por vos, Pep...
-Shhhh. -En el escándalo que es el vestuario, nadie puede oírlos, pero aun así Pep intenta silenciar esas palabras, que significan tanto para él que no se siente digno de oírlas.
-Lo sé, lo sé... -Leo se aleja un poco, lo suficiente para mirarlo, pero no suelta a Pep-. Por el equipo, sí, y por la afición, y por el club, por mi familia y por mí mismo... pero también por vos, Pep. No lo olvidés, ¿sí?
Pep le sonríe, más conmovido de lo que le gustaría admitir, y vuelve a atraer a Leo hacia sí, para poder explicarle con un abrazo (tal vez con un beso robado con la excusa de la euforia) todo lo que, a diferencia de Leo, no puede explicar con palabras, ni con goles.
Es lo último que se esperaba. Lo último que necesita, además, en su situación. Justo ahora, que tiene que mantener la cabeza fría, tomar decisiones fundamentales para su futuro, dejarse de sentimentalismos, justo ahora tienen que volver las mariposas en el estómago, los momentos de inexplicable distracción, los sueños que no se atreve ni a confesarse a sí mismo.
Ni que fuese él el adolescente.
-¿Me lo vas a contar, o voy a tener que adivinarlo?
Guti está reclinado, ocupando todo el sofá. Raúl lo mira, de pie, con dos latas de cerveza fría en las manos, y el rubio apenas se mueve para tender la mano hacia su bebida. Raúl lo sigue mirando; con un suspiro de mártir, Chema se yergue un poco, dejando apenas el suficiente espacio para que su anfitrión se siente en su propio sofá y le entregue su cerveza.
-De nada –dice Raúl secamente.
-Ah, así que voy a tener que adivinarlo… -El rostro de Guti se ilumina con esa sonrisa pícara que, hace ya muchos años, enamoró a Raúl casi tanto como lo está ahora-. Déjame ver… no es la Liga, no es el míster, no es el equipo, no son los rumores, no es Mamen, no son los niños, no es la niña, no es el tiempo, no es tu coche… ¡ya lo sé! Te has enamorado. ¿Quién es esta vez?
Raúl no puede más que reírse.
-No, Chema, no…
-¡Venga ya! –Guti se ríe también-. ¿Qué crees, que no conozco esa cara que pones cuando estás pensando en alguien, esos suspiros que sueltas? Hace años, Rául González Blanco, que nos conocemos… ¿quién es?
-Es una tontería… -dice Raúl, encogiéndose de hombros y esperando que su amigo no lo vea sonrojarse; se avergüenza de pensarlo, ya ni hablar de decirlo.
-Eso no lo dudo –dice Chema, con ese tonillo que hace que la gente que no lo conoce bien empiece a odiarlo-. Venga, Raúl, confiésale al Padre José María lo que te pasa… verás como te sientes mejor, por lo menos.
Y ahí está, ese toque de sincera preocupación que ha hecho que Raúl aguante tonterías, recriminaciones, impertinencias y berrinches, por no hablar ya de su ruptura, para conservar su amistad con Chema.
Así que mira al frente, respira hondo, y lo suelta.
-Sergio Canales.
Es con un toque se satisfacción que ve a Chema atragantarse con su cerveza, pero aún así le da un par de golpes en la espalda y le aguanta la cerveza mientras se recupera.
-¿Mejor? –le pregunta con sorna, devolviéndole la cerveza, cuando Guti ha dejado de toser.
-Joder, macho, es que no esperaba que escogieras a alguien tan parecido a mí…
Raúl traga justo a tiempo para no atragantarse él mismo con su cerveza.
-Pelo y ojos claros, buen centrocampista, guapo… -Guti cuenta razones con los dedos, y le sonríe a Raúl cuando éste lo mira-. ¿No?
-No es por ofender, Chema, pero no.
-Jo. –Guti hace un puchero exagerado, y Raúl se ríe de nuevo; no va a decírselo, pero sí, se siente mejor, no sólo al decir lo que siente en voz alta, sino al ver que Chema no va a recriminarle, entre otras cosas, la diferencia de edad que Raúl siente como un abismo-. Bueno… la próxima temporada va a resultar interesante. Voy a tener que posponer mi viaje a Tailandia y quedarme aquí un año más, así sólo sea para verte hacer el ridículo frente al chico…
-No bromees con eso.
-¿Con lo del ridículo, o con mi viaje a Tailandia?
-Chema…
-¿Qué? –La expresión de Guti se vuelve súbitamente defensiva-. Para jugar dos partidos de cada diez, de suplente, Raúl, ¿acaso no es mejor irse?
-Yo no pienso hacerlo.
-No lo decía por ti… -Guti se inclina para darle unas palmaditas en la rodilla-. Tú tienes que quedarte, romper todos los récords, liarte con el Sergio en las duchas, y retirarte sólo después de haber ganado la Décima…
-Me alegra ver que lo tienes todo tan bien planeado
-¡Y tanto! De hecho, tendré que coger al chaval y darle un buen sermón antes de dejarlo en tus manos…
-Ni se te ocurra, José María.
Guti sonríe al ver el ceño fruncido de su mejor amigo, y se estira para chocar sus botellas de cerveza en un brindis improvisado.
-Por el futuro –le dice-. Ya verás, ya…
Para
julesmind
Después dirán que tú eres el crío, el empanado, el que no se entera de una mierda… pero, por ahora, eres tú el que está sentado en una tumbona junto a la piscina, con un libro entre las manos (vale, es un comic, pero aún así cuenta), mirando por encima de las páginas a los que chapotean en el agua.
Después dirán que tú eres el crío, pero es David el que, tras intentar ahogar a Juanín con la ayuda de Pablo, sacude la cabeza para quitarse el agua de encima, vestido sólo con un traje de baño con grandes flores rosas y ese rosario que te inspira tantos malos pensamientos.
-Te vas a tragar una mosca, Francesc –dice una voz en tu oído, sobresaltándote hasta el punto de soltar tu comic.
-¿Eh?
Xavi te dirige una amplia sonrisa y se sienta en la tumbona de al lado, dándote unas palmaditas en la espalda.
-Bueno, supongo que Villa está acostumbrado a verte con la boca abierta, así que…
-¿Eh?
Xavi se ríe, intercambiando una mirada cómplice con Gerard, que acaba de aparecer a tu espalda, escurriendo agua por todas partes. Te apresuras a poner a salvo tu cómic (te lo regaló tu hermana, no es plan estropearlo) y esperas con paciencia a ver si Xavi y Geri dejan de reírse y están dispuestos a explicarte de qué van, o si tendrás que limitarte a ignorarlos.
Pero, tan rápido como han llegado a interrumpirte, ambos desaparecen. No te lo explicas, al menos hasta que una figura muy conocida, con esas horribles bermudas con flores rosas, se deja caer en la tumbona que Xavi ha dejado vacía.
-¿Acaso esos dos no se han enterado aún de que soy el único que puede fastidiarte? –gruñe David, frotándose la cara con una toalla que alguien ha dejado por ahí.
-¿Quién ha dicho eso? –preguntas, porque tal vez Del Bosque esté pasando ahora órdenes de las que no te has enterado.
-Yo –responde David, mirándote con el ceño ligeramente fruncido, como preparándose en caso de que tengas alguna objeción al respecto.
No dices nada. De hecho, ni siquiera lo miras, demasiado ocupado fingiendo mirar tu libro. No quieres que te vea con esa sonrisa de oreja a oreja que se te queda cada vez que David, a su manera, te demuestra lo mucho que se preocupa por ti.
Para
latateunblog
No tiene sentido, así que Zlatan ni siquiera se lo busca.
No tiene sentido, y Maxwell (que tan bien lo conoce) lo mira con aire interrogante de cuando en cuando, especialmente cuando ambos pasan algún tiempo juntos en el banquillo y Zlatan no puede apartar la mirada de Leo, aunque no sea él quien tenga la pelota.
No tiene sentido, porque no lleva a ninguna parte, y Zlatan se desespera consigo mismo a veces, se pregunta dónde ha ido a parar el Ibrahimovic que perseguía sueños imposibles, que iba siempre tras el premio más vistoso, que nunca estaba satisfecho con lo que conseguía.
No tiene sentido, pero aun así, hace que Zlatan sonría cada vez que llega a los entrenamientos, que disfrute aún más de los partidos, que le duelan más las derrotas, y que el subidón de adrenalina de marcar un gol sea aún mayor.
No tiene sentido, pero encontrar la oportunidad perfecta para abrazarlo, aunque sea un momento (un gol, un entrenamiento, una broma), vale casi más que un título.
-¿Ibra?
Y ahí esta él, con esa sonrisa de niño y esa mirada, tan inocente a veces y tan sabia otras, de la que Ibra en ocasiones tiene ganas de esconderse, pero que a la vez busca como busca el éxito, el gol, el reconocimiento.
-¿Sí?
-Hola.
Una palabra y una sonrisa, e Ibra siente que el día ha mejorado ostensiblemente.
-Hola –responde, y sabe que tal vez debería sonreír menos, pero no puede evitarlo, y menos aún cuando Leo le devuelve la sonrisa multiplicada por diez.
-Eh… -El argentino aparta la mirada, frunce el ceño, juguetea con las mangas de su sudadera, que, como siempre, le quedan largas. Zlatan tiene que morderse la lengua y mirar al suelo un momento para tragarse las ganas de abrazarlo-. Quería… quería decir, ¿querés venir a cenar a mi piso esta noche?
A Zlatan le cuesta un momento entenderlo, porque Leo habla muy deprisa y en voz muy baja, y aún después de haberlo entendido, le cuesta un momento más procesarlo.
-Sí, claro –responde el sueco; ha descubierto que no sabría cómo decirle que no a Leo-. ¿Qué celebramos? ¿El cumpleaños de…?
-No, no. –Leo inclina la cabeza-. No hay nada que celebrar… sólo quería…
La explicación, si la hay, se pierde en un murmullo que se va apagando conforme Leo se deja vencer por la vergüenza. Por suerte, Zlatan no la necesita; tiene todas las explicaciones que necesita en el sonrojo que cubre las mejillas del argentino, en la expresión que hay en sus ojos cuando lo mira fugazmente, en el nerviosismo que refleja su sonrisa.
-¿A qué hora?
Para
metlloi
-¡Máquina!
-¡Geri, soltame, boludo! –se ríe Leo, sacudiendo la cabeza para que gotas de agua salpiquen a Piqué, que lo tiene alzado por la cintura.
El vestuario del Barça es una fiesta. Aunque había confianza en que conseguirían un resultado favorable, no se esperaban este despliegue de buen fútbol ni un marcador tan abultado. Todo son risas y felicitaciones, especialmente por parte de los que vieron el partido desde la grada.
-Buen partido –le dice Puyol a Gaby, que ha acudido a rescatar a Leo del entusiasmo de sus compañeros.
-¡Gracias, ché! ¿Me estabas gritando desde las gradas? –El argentino forcejea con Piqué para que suelte a Leo-. ¿O estabas demasiado ocupado gritándole a Piqué, así sólo sea por la costumbre?
Carles intenta reírse; por suerte, Gaby se enzarza en una lucha ‘feroz’ con Gerard, con Leo como premio, y no nota lo rápido que la risa de su capitán se convierte en una mueca de desagrado.
‘Tal vez gritándole habría conseguido que me prestara algo de atención,’ piensa el de La Pobla. ‘Tal vez gritándole habría conseguido que dejase de mirar a Cesc por un momento’.
-Vale, todo tuyo, todo tuyo… -Gerard suelta a Leo y se retira de la liza, con las manos en alto, entre risas; casualmente, viene a detenerse junto a Carles, que ni lo mira-. ¿Me llevas a casa esta noche?
-¿Eh?
-Le he dejado mi coche a Cesc… ¿me llevas a casa? –repite Gerard, con esa sonrisa y ese tono de voz que dicen que lo que está pidiendo en realidad es una celebración, en su casa, en el piso de Puyi, o en el coche, en una esquina oscura del aparcamiento.
Por una parte, Carles quiere cogerlo del cuello, arrastrarlo fuera de los vestuarios, y ‘celebrarlo’ en el primer rincón discreto que pasen; por la otra, quiere cogerlo del cuello y sacudirlo hasta que se le olvide quién es Cesc.
-¿No vas a quedar con Cesc? –pregunta en vez de eso, intentando que su voz suene normal.
-Tío, lo último que querrá ahora es verme celebrar… ¿qué, tienes otros planes? –La expresión de Gerard, que hasta entonces había sido una sonrisa enorme, se nubla inmediatamente-. ¿Vas a… celebrarlo con alguien más?
Carles aparta la mirada. ¿Ahora es Gerard el que está celoso? ¿Acaso es él el que se ha pasado todo el partido… coqueteando con otro?
-Joder, tío, si no quieres llevarme, no tienes más que decirlo, me pillo un taxi y ya está… -Gerard empieza a alejarse, ya claramente cabreado, y Carles lo retiene a duras penas por un brazo, evitando la mirada inquisitiva de Gaby.
-Que no, no es eso –le dice en voz baja, porque lo último que quiere es discutir en medio de todos sus compañeros-. Va, venga, te llevo a casa…
-Si te resulta tan difícil, paso.
-Joder, Gerard, no la líes…
Gerard resopla, pero se queda quieto, mirando a Carles con desconfianza.
-Te llevo –le dice Carles, añadiendo una pequeña sonrisa, porque está viendo que si no arregla la situación pronto, se va a quedar sin celebrar nada esa noche.
-¿Sí? –Gerard sigue intentando parecer enfadado, pero Carles puede adivinar el comienzo de una sonrisa en el borde de sus labios.
-Sí… no te hagas de rogar, macho, que sé que lo estás deseando…
-¿Que me lleves a casa? –pregunta Gerard, su sonrisa brillando de nuevo como al comienzo de la noche.
Carles mira a su alrededor, al bullicio del vestuario en plena ebullición y, de forma tan casual como discreta, deja su mano caer del brazo de Gerard, pasado ‘casualmente’ por donde la espalda pierde su casto nombre.
-¿Vamos ya? –pregunta, cuando su mano ha vuelto ya a su propio bolsillo.
-¡Vamos! –responde Gerard, todo entusiasmo-. ¡Que esto hay que celebrarlo!
For
sophiamoon
The last match of your career as a professional should be a bittersweet affair. That’s what the ones who’ve gone him before have told him; Stevie, who cried in front of The Kop chanting his name like one voice, and Fernando, who had to take his lap of honours in crutches, and even the man sitting next to him.
“You looked as if you couldn’t get out of there quickly enough,” Steve says with a small smile.
“Yep.” Dan’s knee bounces up and down. “I know I should... savour the moment, but... I have so much to do!”
The keetle whistles in the kitchen. Steve gets up, and Dan follows him, still talking.
“I mean, just getting everything ready to open the shop, that’s going to be lots of work… I already got the permits, but the décor and getting all the equipment ready, and everything else…”
Steve lets Dan’s excited voice wash over him while he gets the tea ready; he’s heard it all before, a thousand times, and knows that Dan is just going over his to-do list again, even though everything is perfectly planned, so he doesn’t go mad with anticipation before he can actually start to work on his own tattoo studio.
The fevered rant only stops when Steve presses a cup of tea into Dan’s hands and points in silence at the kitchen table. Dan is quiet only for the time necessary to sit down and take the first sip of his tea.
“Of course, you know what’s going to come before that,” he says, grinning at Steve in that way he has that still makes Steve’s heart twirl inside his chest.
“Before that?” he asks, taking a sip of tea and stalling for time, wondering what part of Dan’s plans he’s missed or forgotten about.
“You don’t know?”
Steve frowns a little, Dan’s grin widens until, for all of his thirty-something years, he looks like a little boy waiting for the outcome of his latest prank.
“You don’t know, do you? And yet you don’t want to admit it.”
Steve huffs softly. By this time, Dan knows well enough how to rile him up. Fortunately, he also knows just how far to push him; his smile softens and he pushes away his cup of tea and reaches across the table for Steve’s hand.
“I meant the very, very first step of my plan to live a happy, fulfilling life after I retired…" Dan waits until Steve raises a questioning eyebrow, and then says the words they've both been waiting to hear. "Stop hiding.”
Para
sukichann
No hay palabras para describir la euforia que sienten. Mientras que el resto del equipo celebra entre gritos y risas, Andrés se siente flotar por encima de todo. No ha superado todavía el shock. Como si llegasen de muy lejos, siente los abrazos de sus compañeros y el leve tirón en su pierna que le recuerda que su lesión no está tan superada como parece. Como si apenas fuesen murmullos que se lleva el viento, galimatías en un idioma extranjero, oye los gritos de celebración que hacen eco en los vestuarios.
Sabe lo que acaba de hacer, pero no termina de entenderlo.
Una mano firme lo toma del brazo y lo lleva a un rincón relativamente tranquilo, lo más alejado posible de donde Piqué y Dani están lanzando al aire toallas y botellas de agua.
-Andrew…
Xavi está sonriendo tanto, sus ojos brillan de tal manera, que Andrés no puede menos que sonreír también, porque si esto es resultado de lo que ha hecho, entonces sabe que ha valido la pena.
-Campeón, que eres un campeón –le dice Xavi con callada intensidad, cogiéndolo por los hombros.
Andrés sacude la cabeza para negarlo aún antes de terminar de entenderlo, no sólo porque es su reacción habitual ante los elogios, sino porque es *Xavi*, del que ha aprendido mucho más de lo que jamás podrá explicarle…
-Que sí –insiste Xavi, sacudiéndolo un poco-. Aunque no ganemos la final, Andrew, aunque no ganemos *nada*, eres un campeón. Siempre lo has sido, pero ahora lo sabe todo el mundo. Esto no se va a olvidar nunca.
Es demasiado. Andrés inclina la cabeza e intenta volver a encontrar ese distanciamiento en el que flotaba antes, que seguro que no dejaría que las lágrimas asomasen a sus ojos como lo están haciendo ahora.
-Ven aquí…
Andrés se hunde en el abrazo de Xavi, entierra la cara en su cuello y solloza, no sabe si de alegría, de cansancio, de rabia, o de qué.
Xavi lo abraza muy fuerte y disuade con la mirada a los pocos que se han dado cuenta de la situación y parecen querer intervenir. Esta noche, Andrés es de todos los culés que han gritado y llorado con su gol, pero sobre todo es suyo, de Xavi; es suyo y lo cuidará hasta que deje de llorar, lo guiará entre la prensa que luchará por oír sus palabras, lo protegerá del entusiasmo de la afición que los espera en Barcelona, lo llevará a casa cuando le tiemblen demasiado las manos para conducir, lo desnudará despacio, sin hacer caso a sus protestas, lo llevará a su cama, y lo acogerá en sus brazos toda la noche, hasta que la sensatez característica de Andrés se sobreponga a la emoción y vuelva a ser el chico callado, sencillo, tímido e irresistible del que se enamoró hace ya tantos años.
Para
aura_black
Fernando está seguro de que les van a pillar en cualquier momento. Lleva un gorro de lana que le ha robado a Pepe, para ocultar su pelo rubio, y está hundido a más no poder en las profundidades de la capucha de su sudadera, pero aún así, siente que todos los ojos están fijos en él, y que en cualquier momento se escuchará un chillido (con acento Scouser, para más señas) y se verán rodeados de gente pidiendo autógrafos, y se acabará su calma y su anonimato, y habrá rumores en la prensa al día siguiente, y…
Y Cesc está encantado, charlando con el responsable de servirles las palomitas. Su única concesión a su necesidad de discreción ha sido ponerse esas gafas de marco fino que tan pocas veces lleva y que, aunque Nando no se lo haya dicho, le hacen ver aún más guapo. Vale que no están en el norte de Londres, pero algún Gunner suelto habrá por allí que reconozca a su capitán tarde o temprano, así que Nando se acerca al mostrador, coge el enorme bote de palomitas y se marcha en dirección a la sala de cine, dejando a Cesc despedirse de su nuevo amigo con un ‘See ya!’ y trotar tras de él con sus bebidas.
-¿Tienes prisa? ¿Vamos tarde? ¿Nos vamos a perder el comienzo? Me han dicho que el comienzo es lo mejor… -pregunta Cesc, alcanzando a Fernando en la entrada.
-Vamos bien –responde éste.
-Ah…
-Las entradas –dice Nando, cuando Cesc se queda allí, mirándolo, mientras que el acomodador los observa con aire aburrido.
-¿Las tengo yo? –Nando va a abrir la boca para recordarle que sí, que él se empeñó en hacerse cargo de ellas, porque ‘me gusta guardarlas de recuerdo, y seguro que tú las pierdes’-. ¡Es broma, es broma, las tengo en el bolsillo!
Al final, Cesc le da sus bebidas al acomodador, encuentra las entradas, tira su móvil al suelo, se hace un lío para recibir sus bebidas y entregar las entradas a la vez, y cuando por fin entran en la sala oscura, hay ya una fila de unas cinco personas detrás de ellos que, Fernando está seguro, los van a reconocer de un momento a otro.
Pero nadie grita su nombre, y encuentran sus sitios sin más problema. Allí, en la oscuridad, Fernando por fin se siente a salvo. Echa para atrás la capucha, se quita el gorro, y coloca el bote de palomitas entre los dos, mientras que Cesc prueba sus bebidas (‘puaj, esta debe ser la tuya, ¿qué has pedido?’) y se acomoda.
Fernando ya ha olvidado qué película van a ver, y la verdad es que no le importa. Le importa estar allí, con Cesc, y sonrojarse cuando sus dedos se encuentran en el bote de palomitas. Le importa escuchar los susurros de Cesc, que insiste en explicarle de qué va el argumento y en qué se diferencia del cómic original. Le importa poder mirarlo cuando la luz que se refleja de la pantalla es lo bastante fuerte, y encontrarse con que Cesc también lo está mirando. Le importa que Cesc le coja de la mano en un momento especialmente tenso de la acción, y que ya no le suelte (aunque eso signifique que no podrán comer más palomitas). Le importa, cuando rueden los créditos, poder inclinarse y robarle un beso, con sabor a palomitas y Coca-Cola, antes de que se enciendan las luces y tengan que volver a ser quiénes son.
Para
bojanpiquelove
No va a llorar. ¿Por qué? Ya no es un niño, y esto no es un castigo, es una oportunidad.
No va a llorar, aunque Puyi, Xavi, Andrés, Víctor, Eric, Yaya y Tito le estén mirando en silencio, mientras vacía su taquilla y va tirando sus cosas de cualquier manera en su bolsa de deporte.
No va a llorar mientras mira por última vez su taquilla vacía, y el vestuario en el que le hizo tanta ilusión entrar por primera vez, ya hace tres años.
No va a llorar mientras recuerda que hace apenas un par de semanas le ayudó a hacer lo mismo a Tití, mientras que el francés le contaba, en un tono falsamente animado, las mejores anécdotas de sus años en el Arsenal.
No va a llorar mientras piensa que en unos días, Cesc llegará a ocupar esa misma taquilla, con su shampoo para niños y las fotos de La Selección, y en cuestión de semanas ya nadie se acordará de Bojan Krkic en se vestuario.
No va a llorar mientras se despide de los que se han reunido allí para acompañarlo en su último día. Incluso logra forzar una sonrisa para responder a los abrazos, los buenos deseos y las bromas de sus amigos.
No va a llorar mientras recorre el camino del vestuario al parking, que ya no va a volver a recorrer.
No va a llorar hasta estar a salvo en casa, donde su madre pueda consolarle. Se lo ha prometido a sí mismo desde que Pep lo llamó a su despacho a darle la noticia de la oferta del Arsenal.
Todas sus promesas se van al garete cuando ve a Geri apoyado en su coche, mirando al suelo, con los hombros caídos y el pelo revuelto.
No se han visto desde hace una semana. Desde que se hizo oficial el acuerdo y Bojan ya no pudo seguir escondiéndole a Geri que se marchaba. Desde que el defensa le miró, miró a la tele donde estaban dando la noticia, y se marchó sin más, sin una palabra, dejando a Bojan desconsolado y culpable a partes iguales.
Bojan se detiene y respira hondo, parpadeando muy rápido para que no se le escapen las lágrimas. Carles, que le estaba acompañando a su coche, le da una palmadita en la espalda y desaparece discretamente.
-Hola –le dice Gerard, alzando la vista y mostrando una sonrisa aún más forzada que la del mismo Bojan, además de unas ojeras de espanto.
-Hola –le responde Bojan, con la voz empañada de lágrimas.
-Tu madre me ha dicho que te vas mañana, así que he venido a despedirme…
-¿Has hablado con mi madre?
-He llamado a tu casa. Tienes el móvil apagado.
Bojan mira al suelo y deja caer la bolsa de deporte. Tiene el móvil apagado porque no soporta la idea de despedirse de Geri. Se aferra a la loca idea de que, mientras no se digan adiós, todo seguirá siendo como antes entre ellos, y quedarán en sus días libres y por las tardes para jugar al Pro, ver pelis, y robarse besos y meterse mano cuando nadie les ve. Si no se dicen adiós, Bojan podrá seguir soñando con esa sonrisa de Geri, que sólo le dedica a él, y que hace que el corazón le dé saltos y le ardan las orejas.
-Bojan…
El delantero alza la vista y no ve a Geri, porque las lágrimas no le dejan ver nada, pero lo siente un segundo después, cuando esos brazos fuertes lo abrazan y Geri se inclina para susurrarle al oído algo que no puede oír sobre el sonido de sus propios sollozos.
-Bo… Bo, no llores… joder, no llores, por favor… te prometo que iré todos los meses a Londres, ¿vale? Y tú tienes mil excusas para venir aquí, seguro que Wenger no te dirá que no, es un tío super-majo… y te acostumbrarás en nada y harás mil amigos y ganarás la Premier y Pep se dará cuenta de que no podemos vivir sin ti y te traerá de vuelta y jugaremos juntos de nuevo y…
Y Bojan no puede menos que reírse, aún entre lágrimas, ante los intentos desesperados de Geri por consolarlo.
-¿Vendrás a visitarme, entonces? –dice, separándose apenas un poco para buscar un pañuelo en el bolsillo de sus vaqueros.
-¡Claro! Tengo que practicar mi inglés, ya sabes…
Bojan se suena la nariz y se seca las lágrimas como buenamente puede, sin mirar a Geri, para que no lo vea con los ojos rojos. Pero Gerard le levanta la barbilla y le seca las lágrimas con el puño de su camisa y con toda la delicadeza que Bojan no ha usado consigo mismo.
-No llores más, ¿eh? Te prometo que todo va a salir bien… -Y sella su promesa con un beso, y por primera vez, Bojan cree que sí, que todo va a salir bien.
Para
maria_lkxn
Lo miras, y sientes que algo cálido te recorre las venas.
Ya no es el niño que Raúl te encargó que cuidaras, que guiabas con una mano sobre esos hombros frágiles, asegurándote de que no le hicieran bromas pesadas ni hubiese champiñones en su ensalada. No es ya el chaval que corría a tu lado para compartir cualquier buena noticia, que siempre te preguntaba tu opinión sobre cómo había jugado, que escuchaba tus consejos y tus historias con los ojos clavados en ti y los labios entreabiertos para interrumpirte mejor con preguntas que, la mayor parte de las veces, no venían a cuento.
Entra en el salón donde estáis todos reunidos, y sonríe como si no concibiera un mejor sitio donde estar. Abraza a los compañeros a los que hace tiempo que no ve, intercambia bromas en catalán con Piqué y con Puyol, se detiene un minuto para preguntarle a Fernando por su lesión, aprovecha para sonreírle a Jesús y darle la bienvenida a la Selección.
Ya no es sólo un hombre, sino también todo un capitán. La responsabilidad que Wenger dejó en sus hombres tan de repente, y que temiste que fuese a darle problemas, lo ha hecho madurar, pero sin perder ese toque de inocencia y despreocupación que muchos confunden con infantilismo.
Te sientes orgulloso de él, pero también sientes muchas otras cosas; cosas que no te atrevías a sentir en el pasado, cuando considerabas a Cesc como un niño; cosas que has mantenido ocultas en el fondo de tu mente; cosas que te hacen desear que termine acercándose a ti, pero también temerlo.
Llegar a las concentraciones de La Selección es como llegar a las mejores vacaciones de tu vida (sí, las de Disney): están tus amigos, a muchos de los cuales no ves en otro momento, está la atmósfera de tensión y esperanza, están las bromas y los viajes y los partidos. Y está Iker.
Iker, como siempre, sentado un poco aparte del grupo, con aire distraído, pero en realidad pendiente de todo lo que está pasando. Iker, el capitán que siempre has querido ser, incluso antes de que Arsène te ofreciera el brazalete en el Arsenal. Iker, ese punto de estabilidad y seguridad en el oasis de estabilidad y seguridad que es para ti la Selección. Iker, que tanto te ha enseñado y del que tanto has aprendido. Iker, que hace que te sonrojes con sólo sonreírte a través del salón.
Acabas acudiendo a sentarte a su lado, como ya es costumbre entre vosotros. Ves que alarga la mano para alborotarte el pelo como siempre lo ha hecho, pero vacila y acaba dándote una palmadita en el hombro; no sabes si sentirte decepcionado, u orgulloso porque ya te considere un igual. Te pregunta por tu lesión, por tu recuperación, te felicita por el tercer puesto del Arsenal; te dedica toda su atención y tú te empapas de ella como una planta recibiendo la primera lluvia después del verano.
Darías mucho, muchísimo, para que te mirase de otra forma, pero llevas años haciéndote a la idea de que lo que ya tienes es todo lo que vas a tener. Y no es que su amistad te sepa a poco, pero sospechas que el sabor de sus labios debe ser diez mil veces más embriagador.
Del Bosque os ha prometido que en vuestro complejo en Sudáfrica tendréis habitaciones individuales, pero en la primera escala en vuestro viaje tenéis que compartir y, cómo no, a ti te toca con Cesc, como siempre, desde que en su primera concentración tuvo una pesadilla y tú fuiste el encargado de calmarle.
No crees que eso vuelva a pasar, pero aún así, sospechas que no vas a tenerlo fácil para dormirte. ¿Cómo cerrar los ojos con Cesc ahí, tan cerca, echado boca arriba en su cama, sin camiseta, vestido sólo con unos viejos pantalones de entrenamiento del Arsenal? No puedes apartar la vista de él.
-¿Iker? –le oyes preguntar, sin dejar de mirar al techo.
-¿Hm?
-¿Crees en el amor a primera vista?
-¡¿Qué?!
Cesc se da la vuelta en la cama para mirarte, serio, casi preocupado, y tan guapo que tienes que apartar la mirada para concentrarte en la conversación.
-¿Y en… y en el amor que dura años, y años, como en los libros? ¿Crees en eso? ¿Crees que puede pasar?
¿Lo crees? ¿Crees en eso cuando sabes que llevas más de cuatro años intentando no sonreír cada vez que oyes su voz decir tu nombre?
-Supongo que sí… -respondes, intentando parecer indiferente.
Cesc te mira, y después se vuelve a echar de espaldas en la cama.
-¿Iker?
-¿Sí?
No lo miras, pero sientes sus ojos fijos en ti. ¿Por qué le has preguntado eso? ¿Por qué estás tratando de llamar su atención, cuando todos estos años has intentado ser todo lo discreto posible? ¿Será por el peso de sus ojos sobre todo cuerpo desde que entrasteis a la habitación? ¿Por el comentario, malicioso pero bienintencionado, de Geri en los vestuarios después del primer entrenamiento?
Lo sientes levantarse de su cama y acercarse. No te mueves. Lo sientes sentarse en tu cama, ponerte una mano en el hombro, intentar mirarte a los ojos. Te quedas quieto.
-¿Cesc? ¿Está todo bien? ¿Quieres… hablar de algo…? ¿Quieres…?
Sabes lo que quieres, así que te yergues, apenas lo suficiente como para alcanzar sus labios y robarle un beso fugaz que te sabe mejor de lo que te esperabas. Y después, porque has gastado con eso todo tu valor, te dejas caer en la cama y escondes la cara debajo de tu almohada.
Iker no tarda nada en sacarte de allí, y demostrarte cómo es un beso de verdad, de los de los libros.
Para
kary_28
Tras unos momentos de lucha fingida, Gabi consigue liberar a Leo de los brazos de Piqué y ponerlo a salvo detrás suyo.
-Vale, todo tuyo, todo tuyo… -se rinde el defensa catalán entre risas, apartándose de ellos dos; Gabi agradece que la corta ‘pelea’ le dé una excusa para sonrojarse ante esas palabras, aún dichas en broma, mientras se da la vuelta.
-¿Estás bien? –le pregunta a Leo, que se ríe todavía.
Gabi sabe que está bien. Sabe que está feliz por haber marcado esos cuatro golazos, por haber llevado al equipo a las semifinales, por todo. Sabe que Gerard, por bruto que parezca a veces, no le haría daño a Leo nunca, ni en sus momentos de más entusiasmo. Sabe todo eso, y a pesar de todo, pregunta. Pregunta porque no puede evitarlo, porque prefiere parecer un pesado antes que correr el riesgo de no ser el primero en saber si Leo tiene un problema.
-¡Claro que estoy bien! –exclama el joven delantero, pasándole un brazo por los hombros-. ¡Ganamos, che, ganamos!
-Gracias a ti… -dice Gabi, y no tiene tiempo de arrepentirse de que las palabras le hayan salido tan del fondo del alma, porque inmediatamente Leo se pone serio y lo coge de los hombros.
-No seas boludo, Gabi… sí, yo marqué los goles, pero el partido lo ganamos todos, ¿oíste? No caigás en esas pendejadas otra vez…
Gabi no puede menos que sonreír al recordar tantas veces que Leo lo ha reñido por no sentirse una parte importante del equipo, incluso antes de recuperarse de su lesión. Recuerda también, antes de la final del Mundialito frente a Estudiantes, cuando Pep lo puso a hablarles a los compañeros, cómo brillaban los ojos de Leo al escucharle, y lo orgulloso que estaba, después, al recibir sus medallas y su trofeo, sabiendo que sería el primero que Gabi realmente sentiría como *suyo*.
Realmente, no ha sido culpa suya enamorarse. ¿Quién no lo habría hecho? ¿Quién se podría haber resistido al tener alguien así a su lado, día tras día, animándolo, apoyándolo, bromeando con él cuando amenaza con cambiar el acento argentino por el español, prestándole más atención de la que el mejor jugador del mundo debería prestarle a nadie?
-Ya, lo sé –responde, bajando la mirada porque corre el riesgo de quedarse mirando a Leo como una quinceañera enamorada.
Siente a Piqué y a Puyol pasar detrás suyo, lanzando despedidas a diestra y siniestra, y alza la vista justo a tiempo para ver una expresión curiosa en el rostro de Leo (que, por otra parte, todavía lo tiene cogido por los hombros); parece casi… triste, o no, más bien, pensativo.
-¿Estás bien? –vuelve a preguntar, porque ya es un reflejo en él.
-Sí. –Leo le sonríe, le suelta y da un paso atrás; después, le mira, por debajo de su flequillo mojado-. ¿Me… me llevás a casa esta noche? No me apetece conducir y…
-¡Claro! –Es casi un regalo, para Gabi, que Leo le pida un favor; ¡sucede tan pocas veces!
Pasan el viaje en silencio. Leo parece nervioso, más que cansado, pero aún así Gabi se alegra de que no haya cogido el coche, que haya confiado en él para navegar las calles de Barcelona esa noche.
-Aquí estamos –dice, cuando aparca a pocos metros de la entrada de la casa de los padres de Leo.
-Geri tenía razón, ¿no creés? –pregunta Leo, de repente, en lugar de despedirse y bajarse del coche.
-¿Eh?
-Que… que esto hay que celebrarlo y tal…
-¿Querés…? ¿Querés salir o algo así? –Gabi está confundido; Leo nunca ha sido de ir de bares, y menos si está tan cansado después de un partido que necesita que le lleven a casa, pero si eso es lo que quiere…
-No…
Leo lo mira, aparentemente exasperado, pero antes de que Gabi tenga tiempo de pensar en qué es lo que está haciendo mal, sucede. Leo se inclina hacia él y lo besa. Una vez, y Gabi apenas puede parpadear y asegurarse de que está respirando. Otra vez, con más insistencia, y su cerebro empieza a reaccionar. A la tercera, sus instintos toman control de su cuerpo, y le devuelve el beso a Leo con creces.
-Ya era hora –le dice Leo cuando sus labios se separan, con el ceño un poco fruncido pero una media sonrisa en los labios-. Estaba a punto de pensar que me había equivocado y salir corriendo, che…
-Lo siento… -Lo tiene tan cerca que Gabi no puede evitar acariciarle la mejilla, los labios, como tantas veces ha querido hacerlo-. Me cogiste por sorpresa…
Leo se sonroja y se encoge de hombros, pero no se resiste cuando Gabi lo besa de nuevo.
-Qué sé yo… -murmura en medio del beso-. Tú no ibas a hacer nada, ¿no? Y, esta noche…
Gabi asiente, y le besa otra vez, sin dejarle terminar la frase. Sí, esta noche hay que celebrarlo.
For
drbillbongo
It’s not so much revenge as a matter of honour. Sure, Diego was the one who started it all, swapping the shampoo that Gonzalo kept in his locker with the one Diego used on his dog (he needed to make an impression on the new team, and Capdevila gave him his go-ahead in advance), but it was Gonzalo who upped the ante by offering him oreos filled with toothpaste during a bus-ride to Barcelona, and by now, the rest of the team have pretty much forgotten how it started or how the escalade went, except when it involves innocent victims (who could forget the sight of a soaking wet Santi Cazorla, in his suit, sputtering furiously?).
But Diego keeps track, and he knows it’s his turn. The last time they played away and had to spend the night in a hotel, Gonzalo not only set his mobile’s alarm at some ungodly hour, but he hid the damn thing and unscrewed the light-bulbs on the lights, so Diego had to search for it in the dark. Yes, he was sharing the room with Marcos, and Gonzalo had to suffer through a long lecture from their captain on how important a good night’s sleep is for a professional footballer, and how dangerous to fragile toes it is to go traipsing around a dark room, but it still merited a more… personal revenge.
Diego tries not to think that he spends altogether too much time planning these things. He tries to justify how jumpy he is around Gonzalo by saying he’s wary of what new pranks the Argentine will pull on him. He tries to explain (to himself and, in one memorable occasion, to Bobby Pirès) that if he watches Gonzalo so much, it’s to be on his guard against any new tricks.
He fails utterly at all of these, most of the time. Bobby had laughed at him after his stammered explanation, clapped him on the back, and walked off muttering to himself in French. There’s no excuse to shiver as if he’s being electrocuted every time Gonzalo smiles at him, and nothing can justify spending more time on the internet looking for ideas for harmless pranks than training and working out at the gym.
But now, now it doesn’t matter. Now, they are getting dressed after a training session and Diego just needs to keep his head down and his face straight…
-¡La concha de tu madre! ¡Diego! [Goddamn it! Diego!]
There’s a moment of silence, and then laughter fills the changing room. Diego looks up with his most innocent expression.
-¿Que pasó, Gonzalo? [What happened, Gonzalo?]
Gonzalo is holding his foot, the wet sock clinging to his toes, while Joan guffaws loudly and picks up the discarded shoe, which is dripping water, with the sad remains of a broken balloon inside it. The Argentinean snatches the shoe and throws it at Diego, who ducks but is saved by his namesake, who never misses a chance to show off his goalie-reflexes.
-¿Y ahora cómo manejo yo a casa, boludo? [And how am I going to drive home now, you idiot?]
-¿Descalzo? [Barefoot?] –Diego suggests, trying to sound helpful-. ¿Con las botas? [Wearing your boots?]
-A la mierda… a mi casa me llevas tú, por insoportable. [The hell… you’re taking me home, for being so annoying.]
Diego opens his mouth to object, but Diego López hands him the shoe and takes the opportunity to give him a meaningful look.
-Está bien… [Alright…] -he mutters, and he doesn’t have to feign his reluctance, because the thought of spending any amount of time in a small enclosed space, alone with Gonzalo, fills with stomach, not with butterflies, but with wiggly worms.
They are the last ones to make their way to the parking lot, because Gonzalo has spent twenty minutes complaining about having to wear his football boots to the car, so when they finally make it, Diego is already planning how to break all speed limits and not get caught.
-¿Por qué lo hacés? [Why do you do it?]
Gonzalo’s voice is not angry. He sounds resigned as he cradles his ruined shoe between his hands and looks at Diego between his wet bangs.
-Pensé que te caía bien… ya sé que sos uruguayo y yo argentino, y todas esas boludeces, pero, Diego, mirá, te estás pasando… [I thought we got along… I know you're from Uruguay and I'm Argentinean, and all that, but Diego, look, it’s too much…]
Oh no. Diego cannot handle this. Gonzalo looks downright sad now, and he thinks Diego doesn’t like him, and there’s nowhere to run, and whatever he says, Diego is sure it’s going to be the wrong thing.
-No… no me caés mal, Gonzo, yo… [I… we do get along, Gonzo, I…]
-¡Pues lo disimulás muy bien, pendejo! ¿Por qué soy el único al que le hacés la vida imposible? [Well, it certainly doesn’t look that way, you idiot! Why am I the only one whose life you like to make impossible?]
-¡Tú también estás siempre haciéndome bromas! [You also prank me all the time!]
-No te voy a dejar ganar, ¿o es eso lo que querés? [Well, I’m not letting you win, or is that what you want?]
-¡No, no es eso! [No, it’s not that!]
-¿Entonces qué? [Then, what is it?]
-Yo qué sé… [I don’t know…] -Diego fiddles with the steering wheel-. Que me hagás caso, que no estés siempre con Bobby, que parecen novios los dos, yo… [Yoy paying attention to me, not spending all your time with Bobby, you act like boyfriends…]
-No seas idiota. Si tuviera novio, no sería Bobby. Bobby es un amigo, como tú con Cani. [Don’t be an idiot. If I had a boyfriend, it wouldn’t be Bobby. Bobby is a friend, like Cani is to you.]
Diego stares at him, vaguely aware that his mouth is hanging open.
-¿Qué? ¿O me vas a salir con que estás saliendo con Cani? [What? Or are you going to tell me you’re dating Cani?] –asks Gonzalo, crossing his arms with sudden defensiveness.
-No, no, claro que no… sólo que… no sabía que… que tirabas por ahí… pero bien, todo bien, ¿eh? No tengo ningún problema ni nada… [No, no, of course not… it’s just that… I didn’t know… you swing that way… but it’s alright, right? I don’t have a problem with it or anything…]
Gonzalo stares at him, arms still crossed over his chest. Diego fidgets under his gaze.
-Y, lo siento, ¿vale? No más bromas, prometido [And I’m sorry, alright? No more pranks, I promise] -continues Diego, stifled by the silence.
Gonzalo’s gaze is unwavering. Diego feels rivulets of sweat running down his back.
-Y… y… y no sé, si querés salir un día de estos o algo… [And… and… and I don’t know, if you want to go out one of these days or something…]
-¿Salir? [Go out?]
-¡A cenar! [For dinner!]–Diego doesn’t really know what he’s saying; at some point, the conversation went completely off the rails and now he’s just trying to keep talking, until some sense starts coming out of his mouth-. Hay un restaurant argentino en el centro que me recomendaron… [There’s an Argentine restaurant downtown that someone told me was great…]
Gonzalo smiles at last. Uncrosses his arms. Drops the ruined shoe between his feet. And leans in and gives Diego a peck on the lips.
-Así me gusta. Estás perdonado. ¿Cuándo decís que vamos a cenar? [That’s better. You’re forgiven. When did you say we’re going to dinner?]
Thank you for the requests! // Gracias por las peticiones!
Disclaimer: this isn’t real, because I made it all up in my head, and I’m not getting any money out of it. / esto no es cierto, es fruto de imaginación, y no pretendo hacer que nadie me crea ni mucho menos me dé dinero por esto.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Cuatro goles como cuatro soles. El vestuario es una fiesta, y Pep no termina de creérselo. Creían, confiaba, en que ganarían. Creía, confiaba, que Leo haría un gran partido, como casi siempre. Pero cuatro goles... en la Champions... en los cuartos de final...
Se siente un poco culpable de alegrarse tanto por los logros individuales de Leo como por los del equipo en colectivo. Pero no puede evitarlo cuando Leo se acerca a él, sonrojado, sonriente, con los ojos brillantes y la misma pregunta de siempre en los labios.
-¿Cómo jugé, míster?
-No tengo palabras -le dice Pep, sintiendo que es imposible no ser sincero con este chico-. Increíble, tal vez. Mágico.
Leo baja la vista al suelo, pero Pep sabe que está sonriendo, puede sentir esa sonrisa como la luz del sol sobre su piel un día de verano. Alarga una mano para posarla sobre el hombro de su jugador estrella, y Leo se pliega hacia él, hundiendo la cara en su cuello, abrazándolo con fuerza por la cintura, tan feliz que a Pep le parece que su propia felicidad no es nada en comparación.
-Lo hice por vos -escucha que Leo susurra contra la piel de su cuello, su aliento quemándolo como el fuego-. Por vos, Pep...
-Shhhh. -En el escándalo que es el vestuario, nadie puede oírlos, pero aun así Pep intenta silenciar esas palabras, que significan tanto para él que no se siente digno de oírlas.
-Lo sé, lo sé... -Leo se aleja un poco, lo suficiente para mirarlo, pero no suelta a Pep-. Por el equipo, sí, y por la afición, y por el club, por mi familia y por mí mismo... pero también por vos, Pep. No lo olvidés, ¿sí?
Pep le sonríe, más conmovido de lo que le gustaría admitir, y vuelve a atraer a Leo hacia sí, para poder explicarle con un abrazo (tal vez con un beso robado con la excusa de la euforia) todo lo que, a diferencia de Leo, no puede explicar con palabras, ni con goles.
Es lo último que se esperaba. Lo último que necesita, además, en su situación. Justo ahora, que tiene que mantener la cabeza fría, tomar decisiones fundamentales para su futuro, dejarse de sentimentalismos, justo ahora tienen que volver las mariposas en el estómago, los momentos de inexplicable distracción, los sueños que no se atreve ni a confesarse a sí mismo.
Ni que fuese él el adolescente.
-¿Me lo vas a contar, o voy a tener que adivinarlo?
Guti está reclinado, ocupando todo el sofá. Raúl lo mira, de pie, con dos latas de cerveza fría en las manos, y el rubio apenas se mueve para tender la mano hacia su bebida. Raúl lo sigue mirando; con un suspiro de mártir, Chema se yergue un poco, dejando apenas el suficiente espacio para que su anfitrión se siente en su propio sofá y le entregue su cerveza.
-De nada –dice Raúl secamente.
-Ah, así que voy a tener que adivinarlo… -El rostro de Guti se ilumina con esa sonrisa pícara que, hace ya muchos años, enamoró a Raúl casi tanto como lo está ahora-. Déjame ver… no es la Liga, no es el míster, no es el equipo, no son los rumores, no es Mamen, no son los niños, no es la niña, no es el tiempo, no es tu coche… ¡ya lo sé! Te has enamorado. ¿Quién es esta vez?
Raúl no puede más que reírse.
-No, Chema, no…
-¡Venga ya! –Guti se ríe también-. ¿Qué crees, que no conozco esa cara que pones cuando estás pensando en alguien, esos suspiros que sueltas? Hace años, Rául González Blanco, que nos conocemos… ¿quién es?
-Es una tontería… -dice Raúl, encogiéndose de hombros y esperando que su amigo no lo vea sonrojarse; se avergüenza de pensarlo, ya ni hablar de decirlo.
-Eso no lo dudo –dice Chema, con ese tonillo que hace que la gente que no lo conoce bien empiece a odiarlo-. Venga, Raúl, confiésale al Padre José María lo que te pasa… verás como te sientes mejor, por lo menos.
Y ahí está, ese toque de sincera preocupación que ha hecho que Raúl aguante tonterías, recriminaciones, impertinencias y berrinches, por no hablar ya de su ruptura, para conservar su amistad con Chema.
Así que mira al frente, respira hondo, y lo suelta.
-Sergio Canales.
Es con un toque se satisfacción que ve a Chema atragantarse con su cerveza, pero aún así le da un par de golpes en la espalda y le aguanta la cerveza mientras se recupera.
-¿Mejor? –le pregunta con sorna, devolviéndole la cerveza, cuando Guti ha dejado de toser.
-Joder, macho, es que no esperaba que escogieras a alguien tan parecido a mí…
Raúl traga justo a tiempo para no atragantarse él mismo con su cerveza.
-Pelo y ojos claros, buen centrocampista, guapo… -Guti cuenta razones con los dedos, y le sonríe a Raúl cuando éste lo mira-. ¿No?
-No es por ofender, Chema, pero no.
-Jo. –Guti hace un puchero exagerado, y Raúl se ríe de nuevo; no va a decírselo, pero sí, se siente mejor, no sólo al decir lo que siente en voz alta, sino al ver que Chema no va a recriminarle, entre otras cosas, la diferencia de edad que Raúl siente como un abismo-. Bueno… la próxima temporada va a resultar interesante. Voy a tener que posponer mi viaje a Tailandia y quedarme aquí un año más, así sólo sea para verte hacer el ridículo frente al chico…
-No bromees con eso.
-¿Con lo del ridículo, o con mi viaje a Tailandia?
-Chema…
-¿Qué? –La expresión de Guti se vuelve súbitamente defensiva-. Para jugar dos partidos de cada diez, de suplente, Raúl, ¿acaso no es mejor irse?
-Yo no pienso hacerlo.
-No lo decía por ti… -Guti se inclina para darle unas palmaditas en la rodilla-. Tú tienes que quedarte, romper todos los récords, liarte con el Sergio en las duchas, y retirarte sólo después de haber ganado la Décima…
-Me alegra ver que lo tienes todo tan bien planeado
-¡Y tanto! De hecho, tendré que coger al chaval y darle un buen sermón antes de dejarlo en tus manos…
-Ni se te ocurra, José María.
Guti sonríe al ver el ceño fruncido de su mejor amigo, y se estira para chocar sus botellas de cerveza en un brindis improvisado.
-Por el futuro –le dice-. Ya verás, ya…
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Después dirán que tú eres el crío, el empanado, el que no se entera de una mierda… pero, por ahora, eres tú el que está sentado en una tumbona junto a la piscina, con un libro entre las manos (vale, es un comic, pero aún así cuenta), mirando por encima de las páginas a los que chapotean en el agua.
Después dirán que tú eres el crío, pero es David el que, tras intentar ahogar a Juanín con la ayuda de Pablo, sacude la cabeza para quitarse el agua de encima, vestido sólo con un traje de baño con grandes flores rosas y ese rosario que te inspira tantos malos pensamientos.
-Te vas a tragar una mosca, Francesc –dice una voz en tu oído, sobresaltándote hasta el punto de soltar tu comic.
-¿Eh?
Xavi te dirige una amplia sonrisa y se sienta en la tumbona de al lado, dándote unas palmaditas en la espalda.
-Bueno, supongo que Villa está acostumbrado a verte con la boca abierta, así que…
-¿Eh?
Xavi se ríe, intercambiando una mirada cómplice con Gerard, que acaba de aparecer a tu espalda, escurriendo agua por todas partes. Te apresuras a poner a salvo tu cómic (te lo regaló tu hermana, no es plan estropearlo) y esperas con paciencia a ver si Xavi y Geri dejan de reírse y están dispuestos a explicarte de qué van, o si tendrás que limitarte a ignorarlos.
Pero, tan rápido como han llegado a interrumpirte, ambos desaparecen. No te lo explicas, al menos hasta que una figura muy conocida, con esas horribles bermudas con flores rosas, se deja caer en la tumbona que Xavi ha dejado vacía.
-¿Acaso esos dos no se han enterado aún de que soy el único que puede fastidiarte? –gruñe David, frotándose la cara con una toalla que alguien ha dejado por ahí.
-¿Quién ha dicho eso? –preguntas, porque tal vez Del Bosque esté pasando ahora órdenes de las que no te has enterado.
-Yo –responde David, mirándote con el ceño ligeramente fruncido, como preparándose en caso de que tengas alguna objeción al respecto.
No dices nada. De hecho, ni siquiera lo miras, demasiado ocupado fingiendo mirar tu libro. No quieres que te vea con esa sonrisa de oreja a oreja que se te queda cada vez que David, a su manera, te demuestra lo mucho que se preocupa por ti.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
No tiene sentido, así que Zlatan ni siquiera se lo busca.
No tiene sentido, y Maxwell (que tan bien lo conoce) lo mira con aire interrogante de cuando en cuando, especialmente cuando ambos pasan algún tiempo juntos en el banquillo y Zlatan no puede apartar la mirada de Leo, aunque no sea él quien tenga la pelota.
No tiene sentido, porque no lleva a ninguna parte, y Zlatan se desespera consigo mismo a veces, se pregunta dónde ha ido a parar el Ibrahimovic que perseguía sueños imposibles, que iba siempre tras el premio más vistoso, que nunca estaba satisfecho con lo que conseguía.
No tiene sentido, pero aun así, hace que Zlatan sonría cada vez que llega a los entrenamientos, que disfrute aún más de los partidos, que le duelan más las derrotas, y que el subidón de adrenalina de marcar un gol sea aún mayor.
No tiene sentido, pero encontrar la oportunidad perfecta para abrazarlo, aunque sea un momento (un gol, un entrenamiento, una broma), vale casi más que un título.
-¿Ibra?
Y ahí esta él, con esa sonrisa de niño y esa mirada, tan inocente a veces y tan sabia otras, de la que Ibra en ocasiones tiene ganas de esconderse, pero que a la vez busca como busca el éxito, el gol, el reconocimiento.
-¿Sí?
-Hola.
Una palabra y una sonrisa, e Ibra siente que el día ha mejorado ostensiblemente.
-Hola –responde, y sabe que tal vez debería sonreír menos, pero no puede evitarlo, y menos aún cuando Leo le devuelve la sonrisa multiplicada por diez.
-Eh… -El argentino aparta la mirada, frunce el ceño, juguetea con las mangas de su sudadera, que, como siempre, le quedan largas. Zlatan tiene que morderse la lengua y mirar al suelo un momento para tragarse las ganas de abrazarlo-. Quería… quería decir, ¿querés venir a cenar a mi piso esta noche?
A Zlatan le cuesta un momento entenderlo, porque Leo habla muy deprisa y en voz muy baja, y aún después de haberlo entendido, le cuesta un momento más procesarlo.
-Sí, claro –responde el sueco; ha descubierto que no sabría cómo decirle que no a Leo-. ¿Qué celebramos? ¿El cumpleaños de…?
-No, no. –Leo inclina la cabeza-. No hay nada que celebrar… sólo quería…
La explicación, si la hay, se pierde en un murmullo que se va apagando conforme Leo se deja vencer por la vergüenza. Por suerte, Zlatan no la necesita; tiene todas las explicaciones que necesita en el sonrojo que cubre las mejillas del argentino, en la expresión que hay en sus ojos cuando lo mira fugazmente, en el nerviosismo que refleja su sonrisa.
-¿A qué hora?
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
-¡Máquina!
-¡Geri, soltame, boludo! –se ríe Leo, sacudiendo la cabeza para que gotas de agua salpiquen a Piqué, que lo tiene alzado por la cintura.
El vestuario del Barça es una fiesta. Aunque había confianza en que conseguirían un resultado favorable, no se esperaban este despliegue de buen fútbol ni un marcador tan abultado. Todo son risas y felicitaciones, especialmente por parte de los que vieron el partido desde la grada.
-Buen partido –le dice Puyol a Gaby, que ha acudido a rescatar a Leo del entusiasmo de sus compañeros.
-¡Gracias, ché! ¿Me estabas gritando desde las gradas? –El argentino forcejea con Piqué para que suelte a Leo-. ¿O estabas demasiado ocupado gritándole a Piqué, así sólo sea por la costumbre?
Carles intenta reírse; por suerte, Gaby se enzarza en una lucha ‘feroz’ con Gerard, con Leo como premio, y no nota lo rápido que la risa de su capitán se convierte en una mueca de desagrado.
‘Tal vez gritándole habría conseguido que me prestara algo de atención,’ piensa el de La Pobla. ‘Tal vez gritándole habría conseguido que dejase de mirar a Cesc por un momento’.
-Vale, todo tuyo, todo tuyo… -Gerard suelta a Leo y se retira de la liza, con las manos en alto, entre risas; casualmente, viene a detenerse junto a Carles, que ni lo mira-. ¿Me llevas a casa esta noche?
-¿Eh?
-Le he dejado mi coche a Cesc… ¿me llevas a casa? –repite Gerard, con esa sonrisa y ese tono de voz que dicen que lo que está pidiendo en realidad es una celebración, en su casa, en el piso de Puyi, o en el coche, en una esquina oscura del aparcamiento.
Por una parte, Carles quiere cogerlo del cuello, arrastrarlo fuera de los vestuarios, y ‘celebrarlo’ en el primer rincón discreto que pasen; por la otra, quiere cogerlo del cuello y sacudirlo hasta que se le olvide quién es Cesc.
-¿No vas a quedar con Cesc? –pregunta en vez de eso, intentando que su voz suene normal.
-Tío, lo último que querrá ahora es verme celebrar… ¿qué, tienes otros planes? –La expresión de Gerard, que hasta entonces había sido una sonrisa enorme, se nubla inmediatamente-. ¿Vas a… celebrarlo con alguien más?
Carles aparta la mirada. ¿Ahora es Gerard el que está celoso? ¿Acaso es él el que se ha pasado todo el partido… coqueteando con otro?
-Joder, tío, si no quieres llevarme, no tienes más que decirlo, me pillo un taxi y ya está… -Gerard empieza a alejarse, ya claramente cabreado, y Carles lo retiene a duras penas por un brazo, evitando la mirada inquisitiva de Gaby.
-Que no, no es eso –le dice en voz baja, porque lo último que quiere es discutir en medio de todos sus compañeros-. Va, venga, te llevo a casa…
-Si te resulta tan difícil, paso.
-Joder, Gerard, no la líes…
Gerard resopla, pero se queda quieto, mirando a Carles con desconfianza.
-Te llevo –le dice Carles, añadiendo una pequeña sonrisa, porque está viendo que si no arregla la situación pronto, se va a quedar sin celebrar nada esa noche.
-¿Sí? –Gerard sigue intentando parecer enfadado, pero Carles puede adivinar el comienzo de una sonrisa en el borde de sus labios.
-Sí… no te hagas de rogar, macho, que sé que lo estás deseando…
-¿Que me lleves a casa? –pregunta Gerard, su sonrisa brillando de nuevo como al comienzo de la noche.
Carles mira a su alrededor, al bullicio del vestuario en plena ebullición y, de forma tan casual como discreta, deja su mano caer del brazo de Gerard, pasado ‘casualmente’ por donde la espalda pierde su casto nombre.
-¿Vamos ya? –pregunta, cuando su mano ha vuelto ya a su propio bolsillo.
-¡Vamos! –responde Gerard, todo entusiasmo-. ¡Que esto hay que celebrarlo!
For
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
The last match of your career as a professional should be a bittersweet affair. That’s what the ones who’ve gone him before have told him; Stevie, who cried in front of The Kop chanting his name like one voice, and Fernando, who had to take his lap of honours in crutches, and even the man sitting next to him.
“You looked as if you couldn’t get out of there quickly enough,” Steve says with a small smile.
“Yep.” Dan’s knee bounces up and down. “I know I should... savour the moment, but... I have so much to do!”
The keetle whistles in the kitchen. Steve gets up, and Dan follows him, still talking.
“I mean, just getting everything ready to open the shop, that’s going to be lots of work… I already got the permits, but the décor and getting all the equipment ready, and everything else…”
Steve lets Dan’s excited voice wash over him while he gets the tea ready; he’s heard it all before, a thousand times, and knows that Dan is just going over his to-do list again, even though everything is perfectly planned, so he doesn’t go mad with anticipation before he can actually start to work on his own tattoo studio.
The fevered rant only stops when Steve presses a cup of tea into Dan’s hands and points in silence at the kitchen table. Dan is quiet only for the time necessary to sit down and take the first sip of his tea.
“Of course, you know what’s going to come before that,” he says, grinning at Steve in that way he has that still makes Steve’s heart twirl inside his chest.
“Before that?” he asks, taking a sip of tea and stalling for time, wondering what part of Dan’s plans he’s missed or forgotten about.
“You don’t know?”
Steve frowns a little, Dan’s grin widens until, for all of his thirty-something years, he looks like a little boy waiting for the outcome of his latest prank.
“You don’t know, do you? And yet you don’t want to admit it.”
Steve huffs softly. By this time, Dan knows well enough how to rile him up. Fortunately, he also knows just how far to push him; his smile softens and he pushes away his cup of tea and reaches across the table for Steve’s hand.
“I meant the very, very first step of my plan to live a happy, fulfilling life after I retired…" Dan waits until Steve raises a questioning eyebrow, and then says the words they've both been waiting to hear. "Stop hiding.”
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
No hay palabras para describir la euforia que sienten. Mientras que el resto del equipo celebra entre gritos y risas, Andrés se siente flotar por encima de todo. No ha superado todavía el shock. Como si llegasen de muy lejos, siente los abrazos de sus compañeros y el leve tirón en su pierna que le recuerda que su lesión no está tan superada como parece. Como si apenas fuesen murmullos que se lleva el viento, galimatías en un idioma extranjero, oye los gritos de celebración que hacen eco en los vestuarios.
Sabe lo que acaba de hacer, pero no termina de entenderlo.
Una mano firme lo toma del brazo y lo lleva a un rincón relativamente tranquilo, lo más alejado posible de donde Piqué y Dani están lanzando al aire toallas y botellas de agua.
-Andrew…
Xavi está sonriendo tanto, sus ojos brillan de tal manera, que Andrés no puede menos que sonreír también, porque si esto es resultado de lo que ha hecho, entonces sabe que ha valido la pena.
-Campeón, que eres un campeón –le dice Xavi con callada intensidad, cogiéndolo por los hombros.
Andrés sacude la cabeza para negarlo aún antes de terminar de entenderlo, no sólo porque es su reacción habitual ante los elogios, sino porque es *Xavi*, del que ha aprendido mucho más de lo que jamás podrá explicarle…
-Que sí –insiste Xavi, sacudiéndolo un poco-. Aunque no ganemos la final, Andrew, aunque no ganemos *nada*, eres un campeón. Siempre lo has sido, pero ahora lo sabe todo el mundo. Esto no se va a olvidar nunca.
Es demasiado. Andrés inclina la cabeza e intenta volver a encontrar ese distanciamiento en el que flotaba antes, que seguro que no dejaría que las lágrimas asomasen a sus ojos como lo están haciendo ahora.
-Ven aquí…
Andrés se hunde en el abrazo de Xavi, entierra la cara en su cuello y solloza, no sabe si de alegría, de cansancio, de rabia, o de qué.
Xavi lo abraza muy fuerte y disuade con la mirada a los pocos que se han dado cuenta de la situación y parecen querer intervenir. Esta noche, Andrés es de todos los culés que han gritado y llorado con su gol, pero sobre todo es suyo, de Xavi; es suyo y lo cuidará hasta que deje de llorar, lo guiará entre la prensa que luchará por oír sus palabras, lo protegerá del entusiasmo de la afición que los espera en Barcelona, lo llevará a casa cuando le tiemblen demasiado las manos para conducir, lo desnudará despacio, sin hacer caso a sus protestas, lo llevará a su cama, y lo acogerá en sus brazos toda la noche, hasta que la sensatez característica de Andrés se sobreponga a la emoción y vuelva a ser el chico callado, sencillo, tímido e irresistible del que se enamoró hace ya tantos años.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Fernando está seguro de que les van a pillar en cualquier momento. Lleva un gorro de lana que le ha robado a Pepe, para ocultar su pelo rubio, y está hundido a más no poder en las profundidades de la capucha de su sudadera, pero aún así, siente que todos los ojos están fijos en él, y que en cualquier momento se escuchará un chillido (con acento Scouser, para más señas) y se verán rodeados de gente pidiendo autógrafos, y se acabará su calma y su anonimato, y habrá rumores en la prensa al día siguiente, y…
Y Cesc está encantado, charlando con el responsable de servirles las palomitas. Su única concesión a su necesidad de discreción ha sido ponerse esas gafas de marco fino que tan pocas veces lleva y que, aunque Nando no se lo haya dicho, le hacen ver aún más guapo. Vale que no están en el norte de Londres, pero algún Gunner suelto habrá por allí que reconozca a su capitán tarde o temprano, así que Nando se acerca al mostrador, coge el enorme bote de palomitas y se marcha en dirección a la sala de cine, dejando a Cesc despedirse de su nuevo amigo con un ‘See ya!’ y trotar tras de él con sus bebidas.
-¿Tienes prisa? ¿Vamos tarde? ¿Nos vamos a perder el comienzo? Me han dicho que el comienzo es lo mejor… -pregunta Cesc, alcanzando a Fernando en la entrada.
-Vamos bien –responde éste.
-Ah…
-Las entradas –dice Nando, cuando Cesc se queda allí, mirándolo, mientras que el acomodador los observa con aire aburrido.
-¿Las tengo yo? –Nando va a abrir la boca para recordarle que sí, que él se empeñó en hacerse cargo de ellas, porque ‘me gusta guardarlas de recuerdo, y seguro que tú las pierdes’-. ¡Es broma, es broma, las tengo en el bolsillo!
Al final, Cesc le da sus bebidas al acomodador, encuentra las entradas, tira su móvil al suelo, se hace un lío para recibir sus bebidas y entregar las entradas a la vez, y cuando por fin entran en la sala oscura, hay ya una fila de unas cinco personas detrás de ellos que, Fernando está seguro, los van a reconocer de un momento a otro.
Pero nadie grita su nombre, y encuentran sus sitios sin más problema. Allí, en la oscuridad, Fernando por fin se siente a salvo. Echa para atrás la capucha, se quita el gorro, y coloca el bote de palomitas entre los dos, mientras que Cesc prueba sus bebidas (‘puaj, esta debe ser la tuya, ¿qué has pedido?’) y se acomoda.
Fernando ya ha olvidado qué película van a ver, y la verdad es que no le importa. Le importa estar allí, con Cesc, y sonrojarse cuando sus dedos se encuentran en el bote de palomitas. Le importa escuchar los susurros de Cesc, que insiste en explicarle de qué va el argumento y en qué se diferencia del cómic original. Le importa poder mirarlo cuando la luz que se refleja de la pantalla es lo bastante fuerte, y encontrarse con que Cesc también lo está mirando. Le importa que Cesc le coja de la mano en un momento especialmente tenso de la acción, y que ya no le suelte (aunque eso signifique que no podrán comer más palomitas). Le importa, cuando rueden los créditos, poder inclinarse y robarle un beso, con sabor a palomitas y Coca-Cola, antes de que se enciendan las luces y tengan que volver a ser quiénes son.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
No va a llorar. ¿Por qué? Ya no es un niño, y esto no es un castigo, es una oportunidad.
No va a llorar, aunque Puyi, Xavi, Andrés, Víctor, Eric, Yaya y Tito le estén mirando en silencio, mientras vacía su taquilla y va tirando sus cosas de cualquier manera en su bolsa de deporte.
No va a llorar mientras mira por última vez su taquilla vacía, y el vestuario en el que le hizo tanta ilusión entrar por primera vez, ya hace tres años.
No va a llorar mientras recuerda que hace apenas un par de semanas le ayudó a hacer lo mismo a Tití, mientras que el francés le contaba, en un tono falsamente animado, las mejores anécdotas de sus años en el Arsenal.
No va a llorar mientras piensa que en unos días, Cesc llegará a ocupar esa misma taquilla, con su shampoo para niños y las fotos de La Selección, y en cuestión de semanas ya nadie se acordará de Bojan Krkic en se vestuario.
No va a llorar mientras se despide de los que se han reunido allí para acompañarlo en su último día. Incluso logra forzar una sonrisa para responder a los abrazos, los buenos deseos y las bromas de sus amigos.
No va a llorar mientras recorre el camino del vestuario al parking, que ya no va a volver a recorrer.
No va a llorar hasta estar a salvo en casa, donde su madre pueda consolarle. Se lo ha prometido a sí mismo desde que Pep lo llamó a su despacho a darle la noticia de la oferta del Arsenal.
Todas sus promesas se van al garete cuando ve a Geri apoyado en su coche, mirando al suelo, con los hombros caídos y el pelo revuelto.
No se han visto desde hace una semana. Desde que se hizo oficial el acuerdo y Bojan ya no pudo seguir escondiéndole a Geri que se marchaba. Desde que el defensa le miró, miró a la tele donde estaban dando la noticia, y se marchó sin más, sin una palabra, dejando a Bojan desconsolado y culpable a partes iguales.
Bojan se detiene y respira hondo, parpadeando muy rápido para que no se le escapen las lágrimas. Carles, que le estaba acompañando a su coche, le da una palmadita en la espalda y desaparece discretamente.
-Hola –le dice Gerard, alzando la vista y mostrando una sonrisa aún más forzada que la del mismo Bojan, además de unas ojeras de espanto.
-Hola –le responde Bojan, con la voz empañada de lágrimas.
-Tu madre me ha dicho que te vas mañana, así que he venido a despedirme…
-¿Has hablado con mi madre?
-He llamado a tu casa. Tienes el móvil apagado.
Bojan mira al suelo y deja caer la bolsa de deporte. Tiene el móvil apagado porque no soporta la idea de despedirse de Geri. Se aferra a la loca idea de que, mientras no se digan adiós, todo seguirá siendo como antes entre ellos, y quedarán en sus días libres y por las tardes para jugar al Pro, ver pelis, y robarse besos y meterse mano cuando nadie les ve. Si no se dicen adiós, Bojan podrá seguir soñando con esa sonrisa de Geri, que sólo le dedica a él, y que hace que el corazón le dé saltos y le ardan las orejas.
-Bojan…
El delantero alza la vista y no ve a Geri, porque las lágrimas no le dejan ver nada, pero lo siente un segundo después, cuando esos brazos fuertes lo abrazan y Geri se inclina para susurrarle al oído algo que no puede oír sobre el sonido de sus propios sollozos.
-Bo… Bo, no llores… joder, no llores, por favor… te prometo que iré todos los meses a Londres, ¿vale? Y tú tienes mil excusas para venir aquí, seguro que Wenger no te dirá que no, es un tío super-majo… y te acostumbrarás en nada y harás mil amigos y ganarás la Premier y Pep se dará cuenta de que no podemos vivir sin ti y te traerá de vuelta y jugaremos juntos de nuevo y…
Y Bojan no puede menos que reírse, aún entre lágrimas, ante los intentos desesperados de Geri por consolarlo.
-¿Vendrás a visitarme, entonces? –dice, separándose apenas un poco para buscar un pañuelo en el bolsillo de sus vaqueros.
-¡Claro! Tengo que practicar mi inglés, ya sabes…
Bojan se suena la nariz y se seca las lágrimas como buenamente puede, sin mirar a Geri, para que no lo vea con los ojos rojos. Pero Gerard le levanta la barbilla y le seca las lágrimas con el puño de su camisa y con toda la delicadeza que Bojan no ha usado consigo mismo.
-No llores más, ¿eh? Te prometo que todo va a salir bien… -Y sella su promesa con un beso, y por primera vez, Bojan cree que sí, que todo va a salir bien.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Lo miras, y sientes que algo cálido te recorre las venas.
Ya no es el niño que Raúl te encargó que cuidaras, que guiabas con una mano sobre esos hombros frágiles, asegurándote de que no le hicieran bromas pesadas ni hubiese champiñones en su ensalada. No es ya el chaval que corría a tu lado para compartir cualquier buena noticia, que siempre te preguntaba tu opinión sobre cómo había jugado, que escuchaba tus consejos y tus historias con los ojos clavados en ti y los labios entreabiertos para interrumpirte mejor con preguntas que, la mayor parte de las veces, no venían a cuento.
Entra en el salón donde estáis todos reunidos, y sonríe como si no concibiera un mejor sitio donde estar. Abraza a los compañeros a los que hace tiempo que no ve, intercambia bromas en catalán con Piqué y con Puyol, se detiene un minuto para preguntarle a Fernando por su lesión, aprovecha para sonreírle a Jesús y darle la bienvenida a la Selección.
Ya no es sólo un hombre, sino también todo un capitán. La responsabilidad que Wenger dejó en sus hombres tan de repente, y que temiste que fuese a darle problemas, lo ha hecho madurar, pero sin perder ese toque de inocencia y despreocupación que muchos confunden con infantilismo.
Te sientes orgulloso de él, pero también sientes muchas otras cosas; cosas que no te atrevías a sentir en el pasado, cuando considerabas a Cesc como un niño; cosas que has mantenido ocultas en el fondo de tu mente; cosas que te hacen desear que termine acercándose a ti, pero también temerlo.
Llegar a las concentraciones de La Selección es como llegar a las mejores vacaciones de tu vida (sí, las de Disney): están tus amigos, a muchos de los cuales no ves en otro momento, está la atmósfera de tensión y esperanza, están las bromas y los viajes y los partidos. Y está Iker.
Iker, como siempre, sentado un poco aparte del grupo, con aire distraído, pero en realidad pendiente de todo lo que está pasando. Iker, el capitán que siempre has querido ser, incluso antes de que Arsène te ofreciera el brazalete en el Arsenal. Iker, ese punto de estabilidad y seguridad en el oasis de estabilidad y seguridad que es para ti la Selección. Iker, que tanto te ha enseñado y del que tanto has aprendido. Iker, que hace que te sonrojes con sólo sonreírte a través del salón.
Acabas acudiendo a sentarte a su lado, como ya es costumbre entre vosotros. Ves que alarga la mano para alborotarte el pelo como siempre lo ha hecho, pero vacila y acaba dándote una palmadita en el hombro; no sabes si sentirte decepcionado, u orgulloso porque ya te considere un igual. Te pregunta por tu lesión, por tu recuperación, te felicita por el tercer puesto del Arsenal; te dedica toda su atención y tú te empapas de ella como una planta recibiendo la primera lluvia después del verano.
Darías mucho, muchísimo, para que te mirase de otra forma, pero llevas años haciéndote a la idea de que lo que ya tienes es todo lo que vas a tener. Y no es que su amistad te sepa a poco, pero sospechas que el sabor de sus labios debe ser diez mil veces más embriagador.
Del Bosque os ha prometido que en vuestro complejo en Sudáfrica tendréis habitaciones individuales, pero en la primera escala en vuestro viaje tenéis que compartir y, cómo no, a ti te toca con Cesc, como siempre, desde que en su primera concentración tuvo una pesadilla y tú fuiste el encargado de calmarle.
No crees que eso vuelva a pasar, pero aún así, sospechas que no vas a tenerlo fácil para dormirte. ¿Cómo cerrar los ojos con Cesc ahí, tan cerca, echado boca arriba en su cama, sin camiseta, vestido sólo con unos viejos pantalones de entrenamiento del Arsenal? No puedes apartar la vista de él.
-¿Iker? –le oyes preguntar, sin dejar de mirar al techo.
-¿Hm?
-¿Crees en el amor a primera vista?
-¡¿Qué?!
Cesc se da la vuelta en la cama para mirarte, serio, casi preocupado, y tan guapo que tienes que apartar la mirada para concentrarte en la conversación.
-¿Y en… y en el amor que dura años, y años, como en los libros? ¿Crees en eso? ¿Crees que puede pasar?
¿Lo crees? ¿Crees en eso cuando sabes que llevas más de cuatro años intentando no sonreír cada vez que oyes su voz decir tu nombre?
-Supongo que sí… -respondes, intentando parecer indiferente.
Cesc te mira, y después se vuelve a echar de espaldas en la cama.
-¿Iker?
-¿Sí?
No lo miras, pero sientes sus ojos fijos en ti. ¿Por qué le has preguntado eso? ¿Por qué estás tratando de llamar su atención, cuando todos estos años has intentado ser todo lo discreto posible? ¿Será por el peso de sus ojos sobre todo cuerpo desde que entrasteis a la habitación? ¿Por el comentario, malicioso pero bienintencionado, de Geri en los vestuarios después del primer entrenamiento?
Lo sientes levantarse de su cama y acercarse. No te mueves. Lo sientes sentarse en tu cama, ponerte una mano en el hombro, intentar mirarte a los ojos. Te quedas quieto.
-¿Cesc? ¿Está todo bien? ¿Quieres… hablar de algo…? ¿Quieres…?
Sabes lo que quieres, así que te yergues, apenas lo suficiente como para alcanzar sus labios y robarle un beso fugaz que te sabe mejor de lo que te esperabas. Y después, porque has gastado con eso todo tu valor, te dejas caer en la cama y escondes la cara debajo de tu almohada.
Iker no tarda nada en sacarte de allí, y demostrarte cómo es un beso de verdad, de los de los libros.
Para
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
Tras unos momentos de lucha fingida, Gabi consigue liberar a Leo de los brazos de Piqué y ponerlo a salvo detrás suyo.
-Vale, todo tuyo, todo tuyo… -se rinde el defensa catalán entre risas, apartándose de ellos dos; Gabi agradece que la corta ‘pelea’ le dé una excusa para sonrojarse ante esas palabras, aún dichas en broma, mientras se da la vuelta.
-¿Estás bien? –le pregunta a Leo, que se ríe todavía.
Gabi sabe que está bien. Sabe que está feliz por haber marcado esos cuatro golazos, por haber llevado al equipo a las semifinales, por todo. Sabe que Gerard, por bruto que parezca a veces, no le haría daño a Leo nunca, ni en sus momentos de más entusiasmo. Sabe todo eso, y a pesar de todo, pregunta. Pregunta porque no puede evitarlo, porque prefiere parecer un pesado antes que correr el riesgo de no ser el primero en saber si Leo tiene un problema.
-¡Claro que estoy bien! –exclama el joven delantero, pasándole un brazo por los hombros-. ¡Ganamos, che, ganamos!
-Gracias a ti… -dice Gabi, y no tiene tiempo de arrepentirse de que las palabras le hayan salido tan del fondo del alma, porque inmediatamente Leo se pone serio y lo coge de los hombros.
-No seas boludo, Gabi… sí, yo marqué los goles, pero el partido lo ganamos todos, ¿oíste? No caigás en esas pendejadas otra vez…
Gabi no puede menos que sonreír al recordar tantas veces que Leo lo ha reñido por no sentirse una parte importante del equipo, incluso antes de recuperarse de su lesión. Recuerda también, antes de la final del Mundialito frente a Estudiantes, cuando Pep lo puso a hablarles a los compañeros, cómo brillaban los ojos de Leo al escucharle, y lo orgulloso que estaba, después, al recibir sus medallas y su trofeo, sabiendo que sería el primero que Gabi realmente sentiría como *suyo*.
Realmente, no ha sido culpa suya enamorarse. ¿Quién no lo habría hecho? ¿Quién se podría haber resistido al tener alguien así a su lado, día tras día, animándolo, apoyándolo, bromeando con él cuando amenaza con cambiar el acento argentino por el español, prestándole más atención de la que el mejor jugador del mundo debería prestarle a nadie?
-Ya, lo sé –responde, bajando la mirada porque corre el riesgo de quedarse mirando a Leo como una quinceañera enamorada.
Siente a Piqué y a Puyol pasar detrás suyo, lanzando despedidas a diestra y siniestra, y alza la vista justo a tiempo para ver una expresión curiosa en el rostro de Leo (que, por otra parte, todavía lo tiene cogido por los hombros); parece casi… triste, o no, más bien, pensativo.
-¿Estás bien? –vuelve a preguntar, porque ya es un reflejo en él.
-Sí. –Leo le sonríe, le suelta y da un paso atrás; después, le mira, por debajo de su flequillo mojado-. ¿Me… me llevás a casa esta noche? No me apetece conducir y…
-¡Claro! –Es casi un regalo, para Gabi, que Leo le pida un favor; ¡sucede tan pocas veces!
Pasan el viaje en silencio. Leo parece nervioso, más que cansado, pero aún así Gabi se alegra de que no haya cogido el coche, que haya confiado en él para navegar las calles de Barcelona esa noche.
-Aquí estamos –dice, cuando aparca a pocos metros de la entrada de la casa de los padres de Leo.
-Geri tenía razón, ¿no creés? –pregunta Leo, de repente, en lugar de despedirse y bajarse del coche.
-¿Eh?
-Que… que esto hay que celebrarlo y tal…
-¿Querés…? ¿Querés salir o algo así? –Gabi está confundido; Leo nunca ha sido de ir de bares, y menos si está tan cansado después de un partido que necesita que le lleven a casa, pero si eso es lo que quiere…
-No…
Leo lo mira, aparentemente exasperado, pero antes de que Gabi tenga tiempo de pensar en qué es lo que está haciendo mal, sucede. Leo se inclina hacia él y lo besa. Una vez, y Gabi apenas puede parpadear y asegurarse de que está respirando. Otra vez, con más insistencia, y su cerebro empieza a reaccionar. A la tercera, sus instintos toman control de su cuerpo, y le devuelve el beso a Leo con creces.
-Ya era hora –le dice Leo cuando sus labios se separan, con el ceño un poco fruncido pero una media sonrisa en los labios-. Estaba a punto de pensar que me había equivocado y salir corriendo, che…
-Lo siento… -Lo tiene tan cerca que Gabi no puede evitar acariciarle la mejilla, los labios, como tantas veces ha querido hacerlo-. Me cogiste por sorpresa…
Leo se sonroja y se encoge de hombros, pero no se resiste cuando Gabi lo besa de nuevo.
-Qué sé yo… -murmura en medio del beso-. Tú no ibas a hacer nada, ¿no? Y, esta noche…
Gabi asiente, y le besa otra vez, sin dejarle terminar la frase. Sí, esta noche hay que celebrarlo.
For
![[livejournal.com profile]](https://www.dreamwidth.org/img/external/lj-userinfo.gif)
It’s not so much revenge as a matter of honour. Sure, Diego was the one who started it all, swapping the shampoo that Gonzalo kept in his locker with the one Diego used on his dog (he needed to make an impression on the new team, and Capdevila gave him his go-ahead in advance), but it was Gonzalo who upped the ante by offering him oreos filled with toothpaste during a bus-ride to Barcelona, and by now, the rest of the team have pretty much forgotten how it started or how the escalade went, except when it involves innocent victims (who could forget the sight of a soaking wet Santi Cazorla, in his suit, sputtering furiously?).
But Diego keeps track, and he knows it’s his turn. The last time they played away and had to spend the night in a hotel, Gonzalo not only set his mobile’s alarm at some ungodly hour, but he hid the damn thing and unscrewed the light-bulbs on the lights, so Diego had to search for it in the dark. Yes, he was sharing the room with Marcos, and Gonzalo had to suffer through a long lecture from their captain on how important a good night’s sleep is for a professional footballer, and how dangerous to fragile toes it is to go traipsing around a dark room, but it still merited a more… personal revenge.
Diego tries not to think that he spends altogether too much time planning these things. He tries to justify how jumpy he is around Gonzalo by saying he’s wary of what new pranks the Argentine will pull on him. He tries to explain (to himself and, in one memorable occasion, to Bobby Pirès) that if he watches Gonzalo so much, it’s to be on his guard against any new tricks.
He fails utterly at all of these, most of the time. Bobby had laughed at him after his stammered explanation, clapped him on the back, and walked off muttering to himself in French. There’s no excuse to shiver as if he’s being electrocuted every time Gonzalo smiles at him, and nothing can justify spending more time on the internet looking for ideas for harmless pranks than training and working out at the gym.
But now, now it doesn’t matter. Now, they are getting dressed after a training session and Diego just needs to keep his head down and his face straight…
-¡La concha de tu madre! ¡Diego! [Goddamn it! Diego!]
There’s a moment of silence, and then laughter fills the changing room. Diego looks up with his most innocent expression.
-¿Que pasó, Gonzalo? [What happened, Gonzalo?]
Gonzalo is holding his foot, the wet sock clinging to his toes, while Joan guffaws loudly and picks up the discarded shoe, which is dripping water, with the sad remains of a broken balloon inside it. The Argentinean snatches the shoe and throws it at Diego, who ducks but is saved by his namesake, who never misses a chance to show off his goalie-reflexes.
-¿Y ahora cómo manejo yo a casa, boludo? [And how am I going to drive home now, you idiot?]
-¿Descalzo? [Barefoot?] –Diego suggests, trying to sound helpful-. ¿Con las botas? [Wearing your boots?]
-A la mierda… a mi casa me llevas tú, por insoportable. [The hell… you’re taking me home, for being so annoying.]
Diego opens his mouth to object, but Diego López hands him the shoe and takes the opportunity to give him a meaningful look.
-Está bien… [Alright…] -he mutters, and he doesn’t have to feign his reluctance, because the thought of spending any amount of time in a small enclosed space, alone with Gonzalo, fills with stomach, not with butterflies, but with wiggly worms.
They are the last ones to make their way to the parking lot, because Gonzalo has spent twenty minutes complaining about having to wear his football boots to the car, so when they finally make it, Diego is already planning how to break all speed limits and not get caught.
-¿Por qué lo hacés? [Why do you do it?]
Gonzalo’s voice is not angry. He sounds resigned as he cradles his ruined shoe between his hands and looks at Diego between his wet bangs.
-Pensé que te caía bien… ya sé que sos uruguayo y yo argentino, y todas esas boludeces, pero, Diego, mirá, te estás pasando… [I thought we got along… I know you're from Uruguay and I'm Argentinean, and all that, but Diego, look, it’s too much…]
Oh no. Diego cannot handle this. Gonzalo looks downright sad now, and he thinks Diego doesn’t like him, and there’s nowhere to run, and whatever he says, Diego is sure it’s going to be the wrong thing.
-No… no me caés mal, Gonzo, yo… [I… we do get along, Gonzo, I…]
-¡Pues lo disimulás muy bien, pendejo! ¿Por qué soy el único al que le hacés la vida imposible? [Well, it certainly doesn’t look that way, you idiot! Why am I the only one whose life you like to make impossible?]
-¡Tú también estás siempre haciéndome bromas! [You also prank me all the time!]
-No te voy a dejar ganar, ¿o es eso lo que querés? [Well, I’m not letting you win, or is that what you want?]
-¡No, no es eso! [No, it’s not that!]
-¿Entonces qué? [Then, what is it?]
-Yo qué sé… [I don’t know…] -Diego fiddles with the steering wheel-. Que me hagás caso, que no estés siempre con Bobby, que parecen novios los dos, yo… [Yoy paying attention to me, not spending all your time with Bobby, you act like boyfriends…]
-No seas idiota. Si tuviera novio, no sería Bobby. Bobby es un amigo, como tú con Cani. [Don’t be an idiot. If I had a boyfriend, it wouldn’t be Bobby. Bobby is a friend, like Cani is to you.]
Diego stares at him, vaguely aware that his mouth is hanging open.
-¿Qué? ¿O me vas a salir con que estás saliendo con Cani? [What? Or are you going to tell me you’re dating Cani?] –asks Gonzalo, crossing his arms with sudden defensiveness.
-No, no, claro que no… sólo que… no sabía que… que tirabas por ahí… pero bien, todo bien, ¿eh? No tengo ningún problema ni nada… [No, no, of course not… it’s just that… I didn’t know… you swing that way… but it’s alright, right? I don’t have a problem with it or anything…]
Gonzalo stares at him, arms still crossed over his chest. Diego fidgets under his gaze.
-Y, lo siento, ¿vale? No más bromas, prometido [And I’m sorry, alright? No more pranks, I promise] -continues Diego, stifled by the silence.
Gonzalo’s gaze is unwavering. Diego feels rivulets of sweat running down his back.
-Y… y… y no sé, si querés salir un día de estos o algo… [And… and… and I don’t know, if you want to go out one of these days or something…]
-¿Salir? [Go out?]
-¡A cenar! [For dinner!]–Diego doesn’t really know what he’s saying; at some point, the conversation went completely off the rails and now he’s just trying to keep talking, until some sense starts coming out of his mouth-. Hay un restaurant argentino en el centro que me recomendaron… [There’s an Argentine restaurant downtown that someone told me was great…]
Gonzalo smiles at last. Uncrosses his arms. Drops the ruined shoe between his feet. And leans in and gives Diego a peck on the lips.
-Así me gusta. Estás perdonado. ¿Cuándo decís que vamos a cenar? [That’s better. You’re forgiven. When did you say we’re going to dinner?]
Thank you for the requests! // Gracias por las peticiones!
no subject
Date: 2010-05-15 06:55 pm (UTC)Es que me encantan tanto los dos <3
Fernando con el gorro y la capucha todo preocupado y Cesc tan feliciano XDDDD
Me ha gustado mucho, mucho.
GRACIAS *O*
(ahora voy a leerlos todos xD)
no subject
Date: 2010-05-15 07:09 pm (UTC)Me quedo con el Empanadilla (el detalle del bañador es lo mejor jajaja), el Puyiqué (qué risa me ha dado, de lo tontos que son los dos XD), el Kriqué (DRAMÓN + final bonito = mi debilidad) y el Fabsillas (sí, me van todos los pairings con Cesc ^^U).
Y los demás pairings me motivan menos, pero igualmente me han gustado todos los ficlets ^.^
no subject
Date: 2010-05-15 08:29 pm (UTC)no subject
Date: 2010-05-15 09:35 pm (UTC)un beso y gracias
no subject
Date: 2010-05-15 09:37 pm (UTC)Gracias a ti por leer!
:)
no subject
Date: 2010-05-15 07:06 pm (UTC)Totally thank you for this. :-)
(I see you have birthday in a few days. Can't promise you anything on the day itself, but feel free to ask for fic)
no subject
Date: 2010-05-15 08:33 pm (UTC)(oh, would you write me something? Something with Pep Guardiola and Mauro Pochettino (RCD Espanyol's coach)? Something adult and tranquil and uncomplicated and happy? It's alright if it's not on the day itself, but it'd totally make my week... thank you in advance, and if you can't, it's alright too! :D)
no subject
Date: 2010-05-15 09:29 pm (UTC)(and that is one of the sweetest compliments on my writing anyone could ever give)
Have to look Mauro up, but of course it gets written. :-)
no subject
Date: 2010-05-15 08:24 pm (UTC)Muchísimas gracias por hacer un ficlet tan genial, y que sepas que me encanta tu forma de escribir :)
*es feliz*
no subject
Date: 2010-05-15 08:34 pm (UTC)Muchas gracias a ti por tu petición, y por tus comentarios!
:)
no subject
Date: 2010-05-15 08:36 pm (UTC)Es amor. En serio. Es que... Pep. Y leo. Y el amor que se tienen y Aw. Y señor, que bonito. <3
RAGU - RANALES (yes, Ranales XD)
Oooooooooooooooooooooh! Señor *_* es que esto tiene de todo. De todo. Tiene Guti siendo guti, tiene Raul siendo adorable, y tiene el futuro del Raul/Canales. LO tiene todo! :D
¿Qué crees, que no conozco esa cara que pones cuando estás pensando en alguien, esos suspiros que sueltas? Hace años, Rául González Blanco, que nos conocemos… ¿quién es? ♥
¿Empanadilla? ¿Ibraxwell? Amor. Amor ambos. Messi con las mangas y monisimo y aw, y jooo el Puyique es que es AHFAFHJSDSJKHFJSDJS me encanta Carles <3333333
El Steve/Dan es axncjkxvdc y el Xaniesta.... se deja leer. Uh. Xaniesta. en fin. Eso.
El Torres/Cesc es.. Señor. Es que vaya dos para ir a juntarse. Y el krique... Jo, Es amor. No leo mucho krique, ya lo sabes, pero este me ha encantado <3
Gabi/Messi - tendrian que haber mas, y mas si son tuyos. Tienes un*algo* para escribir a Leo.
Y ya ni te cuento sobre el GONZALO/Godin, sabes que adoro a Gonzalillo... <3
no subject
Date: 2010-05-15 08:41 pm (UTC):)
no subject
Date: 2010-05-15 09:12 pm (UTC)Me gustan especialmente todos en los que sale Cesc (no tiene nada que ver con que ame a ese hombre xD) aunque todos son geniales. El Fabsillas ha sido simplemente precioso, y el Nando/Cesc demasiado adorable. Y todos, todos, me han enamorado :D
no subject
Date: 2010-05-15 09:16 pm (UTC)Gracias por leer y comentar!
:)
no subject
Date: 2010-05-15 09:14 pm (UTC)Seriously, can you read minds? Because this is EXACTLY what I was looking for when I made the request! And I just ADORE the way you write these two. The banter between them is brilliant, the sudden tension in the car adorable (aw, I could just SQUISH Diego!), and the ending awesome. And you get special kudos for portraying the locker room atmosphere so perfectly with just a couple of words. Loved all the cameos, and especially the hints at Gonzalo/Bobby and Diego/Cani, and OMG, you even included Spanish dialogue, which I adore beyond words. This is just too awesome. Thank you so so so so much for writing this rare pairing for me and making it so brilliant. I can't thank you enough, seriously. Please never stop writing, you are a genius with words. *GLOMPS*
One tiny thing:
[I thought we got along… I know I’m from Uruguay and you’re Argentinean, and all that, but Diego, look, it’s too much…]
It's the other way around: Gonzalo is Argentine and Diego Uruguayan. You got it right in the Spanish version, so I assume it's just a typo. ;)
no subject
Date: 2010-05-15 09:22 pm (UTC)Thank you for the request and to inconmensurably adorable comments. Honestly, you make my day when you read something of mine! *glomps*
:)
(thanks for pointing that out! I translated the dialogue last and I guess it got mixed up! *facepalm*)
no subject
Date: 2010-05-15 09:29 pm (UTC)(Ah, Bobby! I'm still so sad he'll be leaving. *sniffle*)
You know, when I noticed that it was not "normal" Spanish but an accent, I squeed like an idiot. Have I recently mentioned you're awesome? :D
You make my day when you write fic, so it's just fair! :D
*GLOMPS AGAIN*
no subject
Date: 2010-05-15 09:33 pm (UTC)Thank you for the shower of compliments! Undeserved, maybe, but totally appreciated!
*glomps back*
no subject
Date: 2010-05-15 09:38 pm (UTC)Tsk, undeserved! As always, you are far too modest. Or oblivious to your talent, which is even worse. *nodnod*
By the way, I shall rec this fic for one simple reason. I just got home from watching the German Cup final and seeing my team win the league+cup double, and your fic managed to make me even more ridiculously happy than I was before, and that's no easy thing to accomplish. ;)
no subject
Date: 2010-05-15 09:43 pm (UTC):D
no subject
Date: 2010-05-15 10:14 pm (UTC)no subject
Date: 2010-05-15 09:43 pm (UTC)Y ya estoy comentando incoherencias de nuevo, pero que sepas que me ha encantado &hearts.
no subject
Date: 2010-05-15 09:49 pm (UTC)Gracias por el comentario, me encantan las incoherencias... XD
no subject
Date: 2010-05-15 10:18 pm (UTC)En cuando acabe los examenes publicaré un meme para que me pidáis fics y te escribiré lo que quieras! ^^
no subject
Date: 2010-05-16 09:23 am (UTC):)
no subject
Date: 2010-05-16 12:07 am (UTC)En serio es genial!!
Esa relación de los dos, durante tanto tiempo con su tira y afloja disfrazado de amistad, admiracion y cariño fraternal...ay es perfecto!!
Por cierto, los demás también me han gustado un montón!
Un besazo enooorme!
no subject
Date: 2010-05-16 09:24 am (UTC):)
no subject
Date: 2010-05-16 07:13 am (UTC)no subject
Date: 2010-05-16 09:24 am (UTC):)
no subject
Date: 2010-07-18 05:39 am (UTC)Pepssi: Ains con el Pep, tan lindo!!!!!
Raúl: Jajajaajajaja, pobrecillo, q Guti se la sabe. XD q lindo con el Sergio!!!! =)
Empanadilla: Xavi!!!!!!!!!!!!! *se centra de nuevo* es el Xavi cayéndole en el momento justo a Cesc
“supongo que Villa está acostumbrado a verte con la boca abierta, así que…” me lo imagino diciéndolo con una sonrisilla de lado… *babea*
David posesivo… tierno!!!! XDDD
Ibressi: Ains!!! El Messi nervioso!!!! Lindisimo!!!!
Puyique: El Puyi celoso, y luego el Pique celoso… Jajajajaa
Xaviesta: *suspira* Xavi precioso felicitando a Andres… ¿Por qué le llamaría Andrew? ¿Algo sabes tu?
¿¿En q momento ubicas esto?? Digo, para darle mejor contexto….
Me encanta esta viñeta!!!!!!
Nando/Cesc: Pobrecillos, q la verdad yo creo q me gustaría pasar desapercibida de ves en cuando…. Linda viñeta!!
Krique: *abraza a Geri* pobrecillo, al menos lo han resuelto… las despedidas del vestuario deben ser terriblemente dificiles!!!!
Fabsillas: “Iker no tarda nada en sacarte de allí, y demostrarte cómo es un beso de verdad, de los de los libros” es hermosisisisisismo!!!!! =)
Milito/Messi: A con el Leo, directo al cuello el niño!!!!!
Sip, terminé. Me encantaron. Cuando hagas otro asì me avisas para venir a solicitar algo.
Ciao, bss, bye
no subject
Date: 2010-07-18 10:17 am (UTC)Encantada de que hayas encontrado mis fics y te hayan gustado. No creo que vuelva a abrir peticiones, porque estoy ya con pie y medio fuera del fandom, pero si lo hago, lo verás en mi LJ.
'Andrew' es el mote que le tiene Xavi a Iniesta, se lo he escuchado en varias entrevistas. Y el fic está situado justo después del gol de Iniesta para ganar las semifinales de la Champions hace dos temporadas en Stamford Bridge, contra el Chelsea.
¡Gracias por los comentarios!
:)
no subject
Date: 2010-07-20 04:44 am (UTC)Oh, and any mention of Ibra, in any pairing, makes me happy (:
no subject
Date: 2010-07-20 08:16 am (UTC)Thank you for your comment!
:)